La Crisis y Seguimos

Las cosas siguen mal. Ya sé que hay apuntes positivos, y me alegro mucho. Pero sigue habiendo cosas que andan mal. Y como la gente lo sabe y sigue habiendo 5.896.300 personas sin empleo y hay pobreza y hay quien lo pasa mal, no puedo decir que esto va bien.Crisis

Puedo decir –lo he repetido muchas veces– que estamos en el muy buen camino, pero tengo que recordar que nunca he dicho que ese camino fuese cómodo. No. Tiene unos baches que, en cuanto te descuidas, te rompen los amortiguadores y hasta se te cae el volante al suelo.
Deficit
Hay que recordar que venimos de un déficit (gastos menos ingresos) muy serio (91.000 millones de euros en 2011) y que tenemos que reducirlo a 30.000 para 2016. Como hay que llegar a esta cifra, hay que reducir el déficit en

  • 2012:  21.000  millones, para pasar de 91.000 a 70.000. Eso explica todos los sudores y malas ganas sufridos.
  • 2013:   5.000 millones, para pasar de 70.000 a 65.000.
  • 2014:  10.000 millones, para pasar de 65.000 a 55.000.
  • 2015:  14.000 millones, para pasar de 55.000 a 41.000.
  • 2016:  11.000 millones, para pasar de 41.000 a 30.000, y alcanzar la tranquilidad en 2017.
  • Presupuesto

A finales de marzo se sabrá cuál ha sido el déficit de 2013. Si, como dicen algunos, ha sido del 6,7% del producto interior bruto (PIB), y considerando que el PIB es de un millón de millones para hacer con más facilidad los cálculos de memoria, nos habremos pasado en dos décimas, o sea, en 2.000 millones, que en el cuadro de arriba ya he añadido a los 8.000 previstos para este año 2014.

Esto, en una familia, se llama poner en orden la casa. En una empresa, poner en orden la empresa. En una nación, poner en orden la nación.

Y la familia que hace eso pensando que la responsabilidad es suya no se amarga la vida y sale adelante.

Y la empresa que hace eso pensando que la responsabilidad es suya, lo mismo.

Y la nación que hace eso dando gracias a Dios porque hace 52 años dijimos que queríamos ser europeos, y volviendo a dar gracias a Dios porque Europa manda y en Europa hay una señora,Merkel mi amiga Angela, que manda, no se amarga la vida. Y esa nación, partiendo de la base de que no somos una unidad de destino en lo universal, piensa que somos unos pobrecicos, pero que, pobres y todo, saldremos adelante.

Tenemos una luna (cuando está llena tiene forma de abanico) que se llama Europa.Europa Tenemos un mango, que son todas las instituciones europeas (algunas sobran, seguro, pero ahí están).

¿Por qué no nos abanicamos?

El Gobierno no dice la verdad a los pensionistas

Ha nacido el IRP (índice derevalorización de pensiones). Un plRajoyacebo, un engañabobos con aroma electoralista. Eso es en realidad el anuncio de que el Gobierno del PP revalorizará siempre las pensiones, por lo menos un 0,25%. ¿Y si el coste de la vida sube por encima del 0,25%? Pues que el pensionista lo perderá en poder adquisitivo real. No hace falta ser Euclides para darse cuenta. Sin embargo, en el año electoral que se avecina los pregoneros del partido en el poder podrán hartarse de ventear la idea de que el Gobierno de Rajoy nunca congelará las pensiones, a diferencia de lo que hizo Rodríguez Zapatero (sólo las contributivas, pero eso se calla).

Los pensionistas siempre cobrarán más de lo que cobran ahora, eso es nominalmente cierto. Y aun así, la subida garantizada sería de dos euros mensuales para una pensión de 800. ¿Eso es una revalorización? La verdad distraída es que las pensiones quedan realmente condenadas a una progresiva pérdida de poder adquisitivo en nombre del sagrado equilibrio presupuestario. Ese es el efecto inmediato (irá ya en los Presupuestos Generales de 2014) de la derogación del mantra político-social fijado en el Pacto de Toledo, que garantiza por ley la revalorización de las pensiones al mismo ritmo,en paralelo y en la misma cuantía que el IPC (índice de precios al consumo).

El celebradísimo anuncio de que el Gobierno revalorizará las pensiones es un bote de humo para hacerse perdonar que en dieciocho meses no las ha actualizado, ha subido todos los impuestos a los pensionistas, les hace pagar medicinas y les ha quitado ayudas a la dependenciaEn cuanto al efecto mediato, se coloca en 2019, como punto de no retorno, el tajo a la deuda de la sociedad con sus trabajadores amortizados. No se puede esperar más, según los expertos (informe del comité de doce sabios, junio de 2013), en la racionalización del sistema para hacerlo sostenible. Racionalizar significa calcular la cuantía de las pensiones públicas en función de la demografía, la esperanza de vida y las disponibilidades presupuestarias. De esos indicadores también dependerá, por tanto, ese supuesto “techo” del que habla la ministra Báñezen la revalorización en tiempos de bonanza económica: la subida del IPC más el 0,25% garantizado.

En mi opinión, el celebradísimo anuncio de que el Gobierno del PP revalorizará anualmente las pensiones es un bote de humo para hacerse perdonar que en sus dieciocho meses de gestión no las ha actualizado, ha subido todos los impuestos a los pensionistas, les hace pagar medicinas y les ha quitado ayudas a la dependencia. Pero encima lo hace dando gato por liebre. Es decir, les anuncia que les va a subir las pensiones cuando en realidad se las va a bajar. Todo ello al hilo de las recomendaciones de la Unión Europea y el informe de los expertos. Rigurosos desde el punto de vista técnico, insensibles desde el punto de vista social.

La revisión de las futuras pensiones en función de la demografía, el ciclo económico y el estado de cuentas del propio sistema (gastos e ingresos) suponen una inevitable disminución del poder adquisitivo y un paso atrás de los pensionistas en la escala social. En resumen, un retroceso en el llamadoEstado del bienestar que se ha ido forjando a lo largo de nuestros últimos treinta años.

La España insostenible de Mr. Rato

 

 

Si es verdad, como decía Caballero Bonald, que “somos el tiempo que nos queda”, es muy probable que España se esté convirtiendo es un país insostenible. No es un derrotismo fácil basado en una percepción subjetiva. Ni un juicio de intenciones. Es la constatación empírica de una realidad compleja y demoledora que se manifiesta en una comparación clarificadora. Hacienda ha revelado que en 2011 -últimos datos disponibles- existían en España apenas 12,5 millones de asalariados ‘puros’. Es decir, trabajadores por cuenta ajena que no tienen otra fuente de ingresos más que su empleo.

La cifra es significativa, pero lo que es realmente impactante es que, a la luz del IRPF, existen 9,1 millones de españoles que o bien son pensionistas ‘puros’ -sólo perciben rentas de su pensión- o son parados con algún ingreso.

El país sigue viviendo como si se tratara de una crisis económica más a la que se le puede hacer frente con soluciones pacatas y de subsecretario. Ganar tiempo como sea parece ser el mensaje a la espera de que escampe en Europa. Y el fichaje de Rato por Telefónica va en esa dirección. Es más de lo mismo. Forma parte de la modorra nacional. De la inercia que conduce al abismo. De la España de la escopeta nacional

La proporción es aterradora -casi el 73% entre unos y otros- , y muestra las dificultades históricas de este país para crear puestos de trabajo (más allá de la burbuja inmobiliaria) para una población que supera ya ampliamente los 46 millones de habitantes. Pero es todavía más llamativo comprobar que en 1999 -al arrancar la unión monetaria- España contaba con 11,9 millones de asalariados ‘puros’, mientras que había 7,3 millones de pensionistas y parados con una sola fuente renta.

Eso quiere decir que mientras el número de asalariados ha crecido apenas un 0,5% en una docena de años, el número de pensionistas y parados ha aumentado casi un 25%. La relación no sería tan mala si no fuera porque en ese mismo periodo tanto la prestación de servicios públicos -sanidad, educación o asistencia social- como las inversiones del sector público (que conllevan gasto corriente) no hubiera crecido de forma exponencial, pero sucede justamente lo contrario, y eso explica que este país comienza a ser insostenible si no cambian las cosas. Y no parece que vayan por ahí los tiros.

El país sigue viviendo -al menos es lo que se intenta transmitir- como si se tratara de una crisis económica más a la que se le puede hacer frente con soluciones pacatas y de subsecretario. La consigna parece ser ganar tiempo como sea a la espera de que escampe en Europa. Y el fichaje deRodrigo Rato por Telefónica va en esa dirección. Es más de lo mismo. Forma parte de la modorra nacional. De la inercia que conduce al abismo. De la España de la escopeta nacional.

Sólo muestra la pervivencia de algunas élites políticas y empresariales incapaces de entender el tiempo que les ha tocado vivir. Y que campan a sus anchas absolutamente desconectadas de una opinión pública (que otra cosa es la democracia) a la que desprecian, amparadas en esa sensación de impunidad que da el poder (Alierta está sobrado, asegura un fino economista). Probablemente, porque esas mismas élites viven instaladas en un hedor conformista que les impide comprender la dimensión del problema.

Una larga cambiada

Esta realidad ‘de toda la vida’ es la que explica que el bueno de Don Rodrigo se haya pasado por Moncloa en busca de árnica de la fiscalía. Incluso, en busca de algún consejo de administración como el de Repsol, a lo que Rajoy respondió con una larga cambiada.

Y es que Rato necesita cariño, reconocimiento. Pero como le sucedía al coronel deGarcía Márquez, no tiene quien le escriba. Él no lo hace por dinero, sino que lo suyo es enredar (por eso se volvió de Washington), como en los viejos tiempos deHernández Mancha. Rato sólo pide ahora favores a los viejos amigos de esa aristocracia económica que él amamantó en la segunda mitad de los años 90 tras la retirada del sector público de la actividad empresarial. Los barandas de los antiguos monopolios que hoy presumen de estar en medio mundo. Pero que siguen comportándose como en los tiempos del INI o del Patrimonio del Estado.

Detrás de este comportamiento se encuentra, sin duda, la escasa movilidad empresarial existente en España, donde hay presidentes de grandes compañías que llevan años y años al frente de los consejos de administración de sus empresas sin apenas tener representación accionarial. Simplemente por haber sido capaces de tejer a su alrededor una guardia pretoriana de fieles dispuesta a matar por el jefe y sus honorarios

Que se sepa, ningún alto ejecutivo del Ibex ha hecho mutis por el foro desde que estallara la crisis, como si el alto endeudamiento de muchas empresas cotizadas -léase la propia Telefónica- o algunas inversiones ruinosas en el exterior fueran culpa del empedrado. Como si la escasa internacionalización de la empresa española fuera responsabilidad de una maldición bíblica.

Claro está, siempre hay un Gobierno al que echarle la culpa. O siempre hay una buena campaña de imagen para lavar malas conciencias. Los pecados de soberbia, como es el nombramiento de Rato, se pagan así. Con oraciones pecuniarias.

Detrás de este comportamiento se encuentra, sin duda, la escasa movilidad empresarial existente en España, donde hay presidentes de grandes compañías que llevan años y años al frente de los consejos de administración de sus empresas sin apenas tener representación accionarial. Simplemente por haber sido capaces de tejer a su alrededor una guardia pretoriana de fieles dispuesta a matar por el jefe y sus honorarios. O un comité de nombramientos, retribuciones y buen gobierno, que así se llama, que elige a Rato miembro de un fantasmal consejo asesor porque sabe que en ningún país civilizado podría ser elegido para formar parte del consejo de administración. Ningún regulador lo hubiera aceptado en EEUU. Como dice un avezado empresario: ‘’que mal debe estar Rato para aceptar un puesto tan inútil’. Y qué poco le interesa la opinión pública a compañías que viven de millones de clientes.

Estamos ante esa misma España añeja que sale en los publirreportajes sobre el Rey, donde sólo se habla de pasado, pero nada de futuro. Y que desconoce aquella frase célebre de Ortega recogida por Julián Marías en sus Memorias, dicha en los primeros años de la República, cuando las Cortes comenzaban su actividad legislativa: “Hay tres cosas”, decía Ortega, “que no podemos venir a hacer aquí: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí”, pero, como decía Marías, hubo bastantes representantes de las tres categorías.

Y en eso estamos. Una España insostenible en lo macroeconómico que se empobrece día a día y que convive con la España adocenada que desprecia cuanto ignora, que decía Machado de los castellanos.  La España incapaz de dialogar en manos de un puñado de altos ejecutivos que controlan el Ibex a su antojo.

Mucha atención se ha prestado en los últimos años a la crisis del sector público, sin duda por razones obvias y en coherencia con tan irresponsable gestión. Pero poco se ha dicho del buen gobierno en las empresas cotizadas, donde el amiguismo y hasta el fulanismo forman parte de sus señas de identidad. Ignorando que todas las economías de mercado que funcionan de manera correcta son una mezcla de Estado y de mercado, pero sin inconfesables vasos comunicantes.

Fuente: Carlos Sánchez